Tuesday, December 04, 2007

SOMIERES DE ALBERTO HERNÁNDEZ



"Su athotsa" -"El sonido del fuego"ARTIUM. Vitoria 2.007
Jornadas organizadas por EKG (Ceramistas conteporaneos vascos)



Pintando con fuego • CHARLA DE ALBERTO HERNÁNDEZ

La primera pregunta que cabría hacerse y que yo me he hecho varias veces es por qué la utilización de procedimientos cerámicos para pintar. Por qué no utilizar los materiales habituales para la pintura e insistir en utilizar técnicas complicadas para hacer cosas que en principio se pueden realizar con técnicas y materiales más asequibles y todo esto hacerlo juntamente cuando se empieza a considerar que la pintura ha muerto. Pues bien, creo que esto es debido a que mis inicios plásticos tuvieron casi todo que ver con la cerámica, pues mi madre, Francisca Martín, es una ceramista tardía que después de pintar durante años decidió probar con este material maldito. Tuve el taller en casa, aunque al principio no le hice ningún caso. Pero poco a poco me fui desarrollando como ceramista, utilicé el torno, investigué esmaltes y me impregné de un quehacer cerámico del cual me es difícil desprenderme.
Después de ver toda la cerámica que me fue posible, comencé a ver y a interesarme por todo lo que tenía relación con la pintura. De forma paulatina y sin apenas darme cuenta fui abandonando los volúmenes y me encontré pintando con material cerámico... Cuando tuve asumida mi condición de pintor, decidí utilizar los materiales propios de la pintura, pero los resultados (desde mi punto de vista) eran pobres y sin la fuerza expresiva que me proporcionaba la cerámica. Con estas técnicas pictóricas tradicionales lo único que conseguía era utilizar con fluidez los grandes formatos, pero, por lo demás, los resultados eran débiles e intrascendentes.
Seguramente si me hubiera adentrado más en estos procesos habría conseguido llegar a algún resultado interesante, pero, por otra parte, para qué seguir intentándolo si los materiales y las técnicas que había utilizado antes ya me aportaban indicios de lo que siempre había buscado.

Desde mi manera de ver –naturalmente cada cual es libre de tener sus propias ideas al respecto– las calidades plásticas que puede ofrecer el material cerámico son muy superiores a las obtenidas por cualquier otro método de los que yo haya utilizado. La implicación necesaria para llegar a resultados interesantes ha de ser muy alta cuando trabajas con cerámica.
Tienes que ser muy amigo del material. Es necesario tener muy asimilados los diferentes procesos que conforman esta actividad. Y tal vez lo más importante: hay que dejar que el propio material se exprese, pues por sí solo tiene mucho que decir. Todo esto ofrece unos resultados únicos difíciles de conseguir de otra manera. Considero, y creo no equivocarme, que estamos ante un material aún por descubrir y tal vez estemos dando los primeros pasos en este sentido. Decir esto en el momento actual, cuando lo virtual está dejando pequeño a lo que se puede tocar, cuando lo conceptual se lleva el gato al agua o cuando lo académicamente correcto es lo nuevo, precisamente por serlo, puede parecer osado o tal vez ingenuo, pero creo sinceramente que después de esta fase de adaptación a las nuevas tecnologías tendrá que venir otra -quizás por cansancio- en la que el material que nosotros estamos utilizando se valore en su justa medida. Aunque tal vez sería mejor que eso no se produjese, pues la tranquilidad con la que trabajamos en este momento se podría venir abajo. A veces, cuando me sorprendo trabajando en la soledad y en el ensimismamiento de mi taller pienso en lo que se están perdiendo los artistas plásticos en general y siento tristeza por ello.

Bueno. Creo que lo más visual y tal vez lo que más pueda interesar de mi trabajo es mi manera de resolver la última etapa del mismo. Se trata de una adaptación de lo que se conoce como rakú occidental. He ido acercando a mis necesidades esta técnica a lo largo de bastante tiempo de convivir con ella. Me interesa este procedimiento sobre todo por la inmediatez de los resultados y por la ineludible necesidad de trabajar rápido, sin tener demasiado tiempo para pensar y así poder hacerlo de una manera espontánea. Me interesa el momento crucial del proceso, cuando tienes que poner los todos los sentidos en lo que estás haciendo, a la vez algo que no alcanzas a comprender la razón que te mueve a ello. No hay lugar para la reflexión en ese momento, por tanto el resultado está a caballo entre el azar controlado y el bagaje que uno acumula. La reflexión, sin embargo, puede producirse en una etapa previa; tal vez al trabajar la pasta tierna o al aplicar el color. También se produce, a veces, al contemplar la pieza después de pasado algún tiempo como otro espectador cualquiera.

Somieres

Durante bastante tiempo he trabajado con somieres antiguos, me interesaban en ese momento las historias que los objetos pudiesen contener. Historias humanas, naturalmente. Los somieres, además de esa carga, representaban la posibilidad de utilizar soportes de gran formato sin fragmentar. El problema entonces era doble: por una parte estaba el asunto técnico. Trabajar sobre una gran superficie a 980º C era muy arriesgado, no solo físicamente, sino también desde el punto de vista del resultado, pues había que abarcar mucha superficie en muy poco tiempo y no siempre se producía un final feliz. Por otra parte, me producían un gran cansancio anímico, pues durante el proceso de realización no podía evitar pensar en la historia que había acumulado el objeto, máxime cuando el somier había pertenecido a gente muy próxima, incluso a mis propios padres. Por eso hace tiempo que no utilizo estos soportes, aunque en un futuro me gustaría volver a enfrentarme a este reto.

Presentación:

EL video que vamos a ver se realizó como complemento a la Exposición "Pintando con fuego"-"Malem im feuer" que tuvo lugar el año pasado en
el Museo Nacional de Artes Decorativas de Colonia (Alemania) primero y, después, en el Museo Nacional de Cerámica "González Martí" de Valencia,
colaborando para ello los ministerios de cultura de ambos países. Todo esto fue posible gracias al trabajo de Carmen González Borrás, que
actuó como comisaria de la exposición y que además puso en contacto a los directores de los dos museos: Jaume Coll Conesa director del González Martí y Birgit Borkopp-Restle directora del museo alemán.
La realización y el montaje del video estuvo a cargo de Laia González. A todos ellos y a mi amigo Luis Felipe Comendador, responsable de alguno de los textos y a Diego Fernández Magdaleno, que me regaló la interpretación de la música de Josep Soler, mi reiterado agradecimiento.